Acabo de matar a un hombre... no hay remordimientos.
Su cadáver ahora reposa sobre el piso de su cuarto, la sangre se esparce lenta pero inexorablemente por toda la habitación, su respiración agitada, debido a la proximidad de su muerte, terminó hace rato, ahora el único sonido en la habitación es el que emite la televisión con uno de esos repugnantes programas del corazón.
Mientras abro las ventanas pienso: "ahora deberían oírse las sirenas como me prometiste hermano" pero fuera solo se ve a gente normal viviendo una vida normal y aburrida. Apago la tele y voy hacia la puerta no sin antes dirigir una ultima mirada al cadáver pensando en las consecuencias que traerá este acto. Estoy en la cocina, esa en la que tantas veces he tomado unas cervezas con el hombre de la habitación contigua. Unas cervezas, muchas veces símbolo de nuestra desgracia, para olvidar lo sucedido. Otras tantas, símbolo de nuestro regocijo, con intención de celebrar nuestras gestas con una buena cogorza. Abro el frigorífico pero ya no hay cervezas... hace tiempo que se olvidaron esos tiempos. La gente se vuelve seria y se olvida de sus verdaderos amigos.
Aún así, dejo la pistola en la encimera y me tumbo en mi sofá cerrando los ojos para recordar las conversaciones filosóficas que se han vivido en este cuarto, pero a mi mente sólo llegan las discusiones de los últimos tiempos, el no conocernos, el olvidarnos... ya nada de eso es importante, ambos estamos muertos.
Llaman a la puerta, la vecina, ha oído los disparos y esta preocupada, me acerco a la puerta sin que me oiga y miro por la mirilla... vaya, hacia tiempo que no me hacían sonreír, la mujer ha salido como estaba en su casa, con la bata y con los rulos esos que se ponen las mujeres. Agradezco su visita pues, coloco el cañón de mi arma en la mirilla aun con la sonrisa en mis labios... la bala atravesaría la puerta pues no es blindada, y pasaría a reposar directamente en la cabeza de la mujer que hay al otro lado, seria muy sencillo, como quitar un caramelo a... vaya, se ha salvado, ha desistido en llamarme y ha vuelto a la tranquilidad de su piso, me alegro por ella... no tenía porque participar en la matanza que esta teniendo lugar en este piso.
Vuelvo a la cocina, perdono a la mujer por haberme interrumpido solo porque aun llevo la sonrisa en la cara, pero esta claro que no podré renovar la concentración, así que salgo a la terraza dejando la pistola en mi sofá. Siempre me han gustado las vistas de este piso, si ya, a la mayoría de la gente, a la gente normal con vidas normales, les parecerá un piso normal y corriente, tirando a que tiene malas vistas, pues solo se fijarían en el bullicio que se oye en la calle y en la contaminación que fluye directamente, de los tubos de escape de los coches que pasan por la carretera, a tus propios pulmones acortando tu vida considerablemente... vaya, eso también me ha hecho sonreír... ¿Que me importa a mi que acorte mi vida la contaminación? ¡Debería estar mas preocupado por mí que por ella!
Bueno, como iba diciendo, unas bonitas vistas, si, en frente puedes observar a un hombre haciendo ejercicio en una de esas cintas de correr... lo hace toda las mañanas, lleva haciéndolo cinco años, quince minutos de ejercicio, me cae simpático, no todo el mundo seria capaz de hacer lo que hace ese hombre.
La mujer de justo arriba suyo también es curiosa, tiene una mecedora en su terraza y sale a leer a altas horas de la madrugada, se conoce que no puede dormir... debería de dejarle las pastillas que me receto mi medico cuando me entraron esos episodios de sonambulismo... te dejan muerto en unos segundos... siempre tenia miedo de no despertar.
Es curioso, siempre he tenido miedo a la muerte, y ahora que ha llegado la hora de morir... me es indiferente. Debe de ser porque esta sociedad se ha ganado a pulso el que no la eche de menos. ¡Mira! Esta saliendo el sol... ahora asoman esos primeros rayos que acompañan a la gente cuando va a trabajar y que se ven vedados a la mayoría de los que deben usar transporte publico, ojala todo el mundo se detuviera a observar el amanecer cuando ocurriera, da igual que lleguen tarde... pues en el trabajo podrían poner la excusa de que estaban viendo el amanecer y lo comprenderían, es tan hermoso... creo que solo es igualado por el anochecer. Mirando como poco a poco la noche se esfumaba para dar paso a un nuevo día me enciendo un cigarrillo... él odiaba que fumara.
Ahora estoy de nuevo sentado en mi sillón, he apartado la pistola para poder sentarme y el cigarro ya esta a punto de agotarse. Cojo el mando de la mini cadena y pongo la radio, como de costumbre no hay mas que mierda, salvo un par de emisoras buenas, paso varias veces el dial hasta que en una de ella suenan los Guns & Roses. Mis pies ahora reposan sobre la mesa. Disfruto cada calada al máximo cerrando los ojos y sintiendo como la nicotina pasa a formar parte de mi cuerpo. Aun no se oyen sirenas, pienso y suelto una carcajada. Me tomaran por loco pero solo soy un pobre desdichado que se aburre de la vida.
Estoy en el despacho ojeando unos libros, la mayoría son de derecho, es decir, pura basura estudiantil, nada de cultura por ninguna parte, no hago mas que mirar y recordar todos esos años que has vivido en la biblioteca, todos esos periodos de tiempo perdidos que nunca mas podrás recuperar... ¿a que ahora habrías querido cambiar todos esos momentos? ¿De que te han servido los estudios a la hora de apretar el gatillo? “Pura basura” pienso, mientras tiro un libro contra la pared, de nada sirven a la hora de la verdad,... y ni siquiera puedes decir que has disfrutado como un enano cuando los leías... si al menos tuvieras alguna novela.
El libro ha terminado encima de la pantalla del ordenador, otro trasto inútil que no hacia mas que distanciarte de la vida de verdad y meterte aun más en tu trabajo. Reprimo las ganas de disparar a la pantalla... para lo único que serviría es para traer de nuevo a la vecina de los rulos, ese pensamiento dibuja una nueva sonrisa en mi rostro... pobre mujer, viuda a los cuarenta y ocho años, con dos hijos, no ha trabajado en su vida y la sociedad pretende que salga adelante con una pensión de mierda, quizá hubiera sido mejor que la hubiera matado... seguro que es mas feliz en el cielo.
Es curioso, tanto tiempo planeando este momento, el momento de mi muerte y nunca he pensado en que habrá después, supongo que no habrá nada, pero... pongamos que si que hay un Dios, ¿que le parecería mi particular gesta a esta divinidad? Sinceramente no me veo explicándole el porque de todo esto al supremo hacedor, puesto que mis ganas de volarle la cabeza a tiros a ese chapuzas no podrían ser contenidas ni por el más cuerdo de los psicólogos... así que bajaría de cabeza al infierno, si es que hay uno, y me las vería con Lucifer, que en el fondo creo que me cae mas simpático... En verdad pienso que no hay nada después, simplemente vacío... horroroso, ¿verdad?... así lo ve la mayoría de la gente, si, la gente normal con vida normal... yo lo veo como un descanso, un descanso a esta vida que me ha tocado vivir, esta angustiosa y aburrida vida...
Es curioso, el otro día leí unas cosas sobre los suicidios, terminaban sentenciando que aquel que toma esta vía es un cobarde... yo no lo veo tanto así, si, es cierto que estoy huyendo de la vida que me ha tocado vivir, que no estoy afrontando los problemas que tengo, pero algo que he observado en estos últimos años es que no hay forma de afrontar los problemas cuando todo el mundo se pone en tu contra, la única manera que tienes es ir directamente al origen de los problemas, y eliminarlo, yo mismo soy el origen de todos mis problemas... bueno, mas que yo, el hombre de la habitación contigua, pero no puedo eliminarlo sin eliminarme a mi.
Ahora estoy agachado a su lado, la pistola reposa junto a su mano, solo hizo falta un disparo para que cayera al suelo, sin vida, muerto antes de tocar el suelo. No le di tiempo para que me intentara convencer, se que su labia y su buen hablar conseguirían echarme atrás, conseguirían contenerme en el intento de matarle. Estoy sentado en su escritorio usando su pluma y sus hojas para escribir mis ultimas palabras.
“Señor juez, declaro aquí en plena plenitud mental y sin coacción alguna, mi suicidio. Me dirijo a usted pues no tengo familia y a los que considero mis amigos son meros compañeros de trabajo. Disculpe mi mala ortografía y mi penosa gramática, pues en estos momentos no me encuentro emocionalmente estable como para recordar lo aprendido en mis años de estudios. Supongo que comprenderá que prefiera escribir las palabras que me salen directamente del corazón sin estar manchadas por la sociedad a la que usted representa señor juez, a la que usted juzga. Ha de agradecerme que sepa que usted en realidad no representa a nadie, solo se representa a si mismo, a las ideas de justicia que se han formado en su mente a lo largo de sus años de estudios.. estudios probablemente manchados por la sociedad que tanto odio, pero no le voy a echar la culpa a usted, señor juez. Escribo estas palabras, mis ultimas palabras emitidas al viento para que me oiga quien quiera escuchar, solo para que se sepa el motivo de mi suicidio. El motivo es que finalmente he despertado, y para asegurarme que seguiré despierto, de que sus sucias palabras no volverán a manchar mi mente, de que mis pensamientos seguirán impolutos, de que no volverán a cambiar mis pensamientos de rebeldía contra ustedes, de que no volverán a convertirme en un miembro de su sociedad, de que no volverán a engañarme, he decidido matarme. Ese es el motivo de mi suicidio, y de mi asesinato, asesinato de la persona que vosotros creasteis, la persona que actuó en mi lugar durante todos estos años, ahora soy yo, yo mismo en plena facultad mental, por primera vez desde hace mas de veinte años. Matasteis a ese joven lleno de ilusión, lleno de esperanza, pero él supo guardar una semilla que volvería a renacer, y ahora lo ha hecho. Ese joven, que soy yo, ha decidido que no es lo suficientemente fuerte como para soportar vuestras palabras llenas de veneno, y esta seguro de que no encontrara antídoto para ellas, y antes de sufrir el intenso dolor que ocasiona vuestro veneno me quitare yo mismo la vida, junto con la de la persona que creasteis, esa persona aparentemente respetable en vuestra sociedad. Quiero pedir perdón a todas aquellas personas que dejo atrás, perdón no porque os prive de mi presencia si no por que os hice creer que os quería, que era vuestro amigo cuando realmente solo intentaba alcanzar un puesto en mi trabajo o intentaba aprovecharme de lo que cada uno de vosotros me podía dar, quizá ahora que he despertado os podría querer, podría ser el amigo que no fui, pero no seria quien vosotros conocisteis y probablemente no os gustaría como soy ahora, por todo eso y por mucho mas os pido perdón y os abandono. También quiero pedir perdón a Luis Fernández Santos, por matarle cuando me mataba a mí mismo, por matarle cuando por fin había conseguido formar su propia empresa, a costa de muchos amigos añadiría yo, por asesinarle cuando por fin había encontrado a una mujer, una mujer con la que se casaría dentro de unos meses, por asesinarle precisamente ahora, que su mujer espera un hijo, no pido perdón a esa mujer, pues Luis Fernández Santos realmente no la quería, y a mi parecer es mejor que el hijo no tenga padre a que tenga un padre que no quiere a su mujer y que probablemente nunca querrá a su hijo. También quiero pedir perdón a Luis Fernández Santos por no explicarle nunca porque lo mate, aunque supongo que él lo comprende. Aquí acabo mi testamento, por llamarlo de alguna manera. Señor Juez, espero que mis escasas posesiones, lleguen de alguna manera a alguien que realmente las necesite, no me voy a molestar en enfocarlas yo hacia a algún lugar pues sé que finalmente ustedes las llevaran a donde quieran, solo os pido, en mis ultimas palabras que no las usen para enriquecerse aun más.
Atentamente, y con mucho cariño,
Luis Fernández Santos.”
Dejo la pluma encima del papel, cojo la pistola y me la coloco en la sien.
Ahora parece que se oyen las sirenas, hermano.
"La historia de lo que pasaba en el numero veinticuatro de la calle Toledo cuando la noche se esfumaba poco a poco para dar paso a un nuevo día y la vecina curiosa que no se cambió para ir a ver lo q pasaba" [versión sin corregir]
Karl A. Misskar
12 de abril de 2004